martes, 21 de junio de 2011

Dos formas para llorar en el cine sin que te tachen de ¡Nena!

• Ya, ya bebé.
Está claro. México es una sociedad feminista y matriacal donde el hombre debe mantener su postura de macho azteca ante todas las adversidades. No lloramos cuando nos cortan la luz, cuando nos caemos de nalgas en el futbol y mucho menos cuando perdemos en el Street Fighter II y ya no tenemos "continues".
El papel del hombre en este país es el de un adalid de la inexpresividad absoluta (que bonito sonó lo anterior, aunque no sabemos que significa). Pero, ¿qué pasa cuándo en el cine, te topas con una película que logra sacar esas nada viriles lagrimitas de tus ojos? ¿Te imaginas el quemón tipo Kalimba que te vas a poder de por vida?
Pero aquí estamos como siempre, en la friega, cuidando que seas un ciudadano funcional. En el Ajo elaboramos una profunda guía para que llores como lo nena que sabemos que eres, pero conserves intacta la fama de Robocop que tienes en tu colonia.

*¡Malditas palomitas con chile!: Es la escena final (y feliz para nosotros) de Titanic, esa donde Leonardo DiCaprio se hunde en las aguas del oceano para convertirse en una paleta de fresa. Todas las mujeres en el cine lloraron y los hombres reímos. Pero si eres de los que chilla cuando el protagonista se muere, opta por comprar un paquete de palomitas con chile. Sabemos que en Cinépolis le dicen "chile" al chamoy, así que mete de contrabando una bolsa de Chile Tamazula etiqueta negra.
En el momento justo cuando sientas que vas a comenzar tu llanto de María Magdalena, agarra un puño de palomitas con la incendiaria salsa. Ahora sí vas a llorar por algo.

* Hasta la última gota: Eres un amante de las mascotas al punto que tienes la programación de Animal Planet en Blu-Ray. Entonces tienes la gran idea de ir a ver Hachiko, Marley y yo o cualquier película donde un perro
a) Es el héroe
b) va a sufrir
c) se muere al final
Por lo tanto tu
d) explotas en un llano de bebé al final de la cinta.
Para evitar esa escena dantesca donde te tiras al suelo mientras gritas el nombre del can, compra un refresco, del tamaño que sea, pero no le tomes nada hasta que se esté acabando la película.
Entonces, cuando te estén dando los espamos pre-llanto, bebe el refresco como si fueras beduino perdido en el desierto. Tu sistema biológico no estará listo para soltar líquidos (lagrimas) e ingerir otro (refresco). Al instante entrarás en un shok nervioso que evitará que llores. Creemos pues.

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